13 feb 2011

Lubricando el asterisco del 10



Fabián Hernán Santa Cruz (El Japo)No es que sus 40 partidos en Primera División hayan significado demasiado. Tampoco su andar por el ascenso lo ha transformado en un jugador reconocido ni mucho menos. Sus 15 minutos de fama, está claro, los logró con una jugada que quedó, más que nunca, en los anales de la historia del fútbol argentino.
El 28 de abril de 2002 en el estadio Florencio Sola, el conjunto dirigido por Luis Garisto, apremiado por el promedio, recibió al Boca de Tabárez, que presentó una alineación contaminada por baldoseros como Joel Barbosa y Juan Forchetti.Santa Cruz, vivo y hasta pendenciero para algunos, ni se preocupó por esos dos. Tampoco por César González, Omar Pérez o Héctor Bracamonte. Su trampolín hacia el estrellato, esa tarde, tenía nombre y apellido: Juan Román Riquelme.
Iban 37 minutos del primer tiempo cuando el homenajeado no tuvo mejor idea que sacar de las casillas al 10 de Boca con un artilugio no tan frecuente: un dedo en el culo. Riquelme reaccionó arrojando un golpe y el árbitro Madorrán, que sólo había visto el tramo final del conflicto, no tuvo más remedio que echar al futbolista xeneize.
Haga lo que haga, jamás podrá despegarse de ese capítulo de su trayectoria que lo que lo llevó a un lugar impensado. ¿La consagración futbolística? No, una placa de Crónica, algo generalmente reservado para los muertos en tiroteos, los superhéroes testigos y los que venían pisteando como un campeón .

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