31 mar 2011

Kopanipedia: Nono Trakinas

Nono Trakinas (In the court of the Crimson King, 1969), casi como Jesús (sic), fue abandonado de pequeño en las costas del reino carmesí de Berisso, Tejas, en donde Roberto FreaKC, el benévolo archiduque jacobino de todas las Pampas, administraba intervalos de cuarta aumentada a sus súbditos, que miraban y escuchaban sin entender un choto, prefiriendo darle importancia a los relatos de Caldiero por Radio Mitre y pagar el correspondiente impuesto al pelotudo –con el que FreaKC costearía la grabación de sus próximos 57 discos– que soportar esas disonancias zen (sic) sólo aptas para oligarcas esquizoides (declaraciones de Lito Cruz, jardinero de la corte).



Nono Trakinas, cual barrilete cósmico, viajando en su cajita.
Destino: Canadá. Recital de Bryan Adams.

El Nono no fue abandonado en una canasta; sino en una alfonsinista Caja PAN, incluso antes del desafortunato (sic) alfonsinato (sic). Por lo que su infancia –como la de todos los íconos de estas Kopanipödias: grandes mártires de una sociedad en desmadre–, fue traumática y formadora de su carácter. Tras andar solitario, como el Chavo del Ocho, por la senda de Paraguay y Pelotillehue, lugares en los que conoció a Hètfield de Fonzì y al Mudo Fernández respectivamente, se asentó –y se sentó, porque no pensó en laburar nunca más– en Floresta Latino para comenzar su carrera como artista plástico, músico, deportista y dandy. Dice el Nono al respecto: de pendejito el intervalo diabolus me dejó del orto; con eso sonando en la cabeza no se puede laburar, che. Imaginate: tururú, tururú, trakcatakc, tururú, todo el día… no se puede, viejo.


Trakinas a los 18 añitos; recién llegado a Floresta Latino. 
(Foto: Familia De Narváez)

Adoptado por los De Narváez, una elegante familia de nuevos ricos, pudo darse el lujo de costear el viaje de 65 hs. en Buquebús de sus dos viejos amigos, Fonzì y Fernández, con quienes daría sus primeros pasos en el mundo del rock y la oligophonia (sic). Luego, redoblando la apuesta, junto a Fernández formaría el dúo experimental “Hermanos Travesura”. Hobby de Bonafide ya ha hablado de ambas formaciones musicales aquí, en Los inculeables (sic) del rock argentino, por lo que no nos extenderemos. Sólo diremos que el Nono Trakinas es al Mudo Fernández lo que Ricardo Iorio al Pato Strunz. ¿Qué quebró esa relación? ¿Seis medialunas para tres personas?
            No lo sabemos. Pero lo que sí se quebró fue la tibia del Nono. En uno de sus tantos desafíos deportivos, jugando al Babington (sic), a Trakinas le agarró un ataque de habilidad, y perdiendo el equilibrio, sufrió una dolorosísima fractura expuesta de tibia y peyronelMe muero, me muero, llamen a una ambulancia, clamaba Trakinas, desde el suelo.



 Pierna de Trakinas, luego de la fatídica lesión.

            Esto no solo truncó la carrera deportiva del Nono, sino que también lo dejó fuera de los escenarios porteños por mucho rato. Su proyecto indie armamentista “Botines para Burotto”, caería en el limbo, relegado por su nueva faceta de artista plástico. La muestra/instalación “Arte con Muletas” daría que hablar en el MALBA, y su reputación de tullido winner (sic) cobraría mayor importancia entre su club de fans cottolenguistas –haciéndole la competencia en esto al Mudo Fernández, por lo que la adversión entre estas dos personas crecería exponencialmente–.
El Nono, arulizado, no dejaría de ponerla durante años. Al cansarse, regresaría nuevamente al indie y a la música de cámara (de gas). Pueden verlo cantar durante la extensa gira que Botines para Burotto está llevando a cabo por el macrouniverso (sic) de Floresta Latino, Flores y alrededores.

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